Friday, June 28, 2013

Misterios Gozosos (Lunes y Sábado)

1. Misterio: Anunciación del Arcángel San Gabriel a María. Y al sexto mes, el ángel Gabriel fue enviado de Dios a una ciudad de Galilea, llamada Nazareth, A una virgen desposada con un varón que se llamaba José, de la casa de David: y el nombre de la virgen era María.   Y entrando el ángel a donde estaba, dijo, ­Salve, muy favorecida! el Señor es contigo: bendita tú entre las mujeres. Mas ella, cuando le vió, se turbó de sus palabras, y pensaba qué salutación fuese ésta. Entonces el ángel le dijo: María, no temas, porque has hallado gracia cerca de Dios.  Y he aquí, concebirás en tu seno, y parirás un hijo, y llamarás su nombre JESUS.  Este será grande, y será llamado Hijo del Altísimo: y le dará el Señor Dios el trono de David su padre: Y reinará en la casa de Jacob por siempre; y de su reino no habrá fin.    Entonces María dijo al ángel: ¿Cómo será esto? porque no conozco varón. Y respondiendo el ángel le dijo: El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la virtud del Altísimo te hará sombra; por lo cual también lo Santo que nacerá, será llamado Hijo de Dios.  Y he aquí, Elisabeth tu parienta, también ella ha concebido hijo en su vejez; y este es el sexto mes á ella que es llamada la estéril:  Porque ninguna cosa es imposible para Dios.   Entonces María dijo: He aquí la sierva del Señor; hágase á mí conforme á tu palabra. Y el ángel partió de ella.

2. Misterio: María Visita a su prima Santa Isabel.  A los pocos días María emprendió el viaje y se fue de prisa a un pueblo en la región montañosa de Judea.   Al llegar, entró en casa de Zacarías y saludó a Elisabet. Tan pronto como Elisabet oyó el saludo de María, la criatura saltó en su vientre. Entonces Elisabet, llena del Espíritu Santo,  exclamó: —¡Bendita tú entre las mujeres, y bendito el hijo que darás a luz![a] Pero, ¿cómo es esto, que la madre de mi Señor venga a verme? Te digo que tan pronto como llegó a mis oídos la voz de tu saludo, saltó de alegría la criatura que llevo en el vientre.  ¡Dichosa tú que has creído, porque lo que el Señor te ha dicho se cumplirá! 

3.  El Nacimiento del Niño Jesús.   Y dio a luz a su hijo primogénito; lo envolvió en pañales y lo reclinó en un pesebre, porque no encontraron sitio en la posada.  Había en la misma región unos pastores acampados al raso, guardando por turno sus rebaños.  Se les presentó el ángel del Señor, y la gloria del Señor los envolvió con su luz. Ellos se asustaron.  El ángel les dijo: "No tengáis miedo, pues os anuncio una gran alegría, que lo será para todo el pueblo.  En la ciudad de David hoy os ha nacido un salvador, el mesías, el Señor.

4. La purificación (La Presentación del Señor Jesús en el templo).   Cuando se cumplieron los días de la purificación, según la ley de Moisés, lo llevaron a Jerusalén para ofrecerlo al Señor, como está escrito en la ley del Señor: Todo varón primogénito será consagrado al Señor, y para ofrecer el sacrificio según lo ordenado en la ley del Señor: un par de tórtolas o dos pichones. Había entonces en Jerusalén un hombre llamado Simeón, justo y piadoso, que esperaba la liberación de Israel: El Espíritu Santo estaba en él, y le había anunciado que no moriría sin ver al mesías del Señor. Movido por el Espíritu fue al templo, y, al entrar los padres con el niño Jesús para cumplir lo establecido por la ley acerca de él, lo recibió en sus brazos y bendijo a Dios diciendo: "Ahora, Señor, puedes dejar morir en paz a tu siervo, porque tu promesa se ha cumplido: Mis propios ojos han visto al Salvador que has preparado ante todos los pueblos, luz para iluminar a las naciones y gloria de tu pueblo, Israel".  

5.  La Pérdida del Niño Jesús y su hallazgo en el templo.  Sus padres iban todos los años a Jerusalén por la fiesta de la pascua. Cuando tuvo doce años, fueron a la fiesta, como era costumbre. Terminada la fiesta, emprendieron el regreso; pero el niño Jesús se quedó en Jerusalén sin que sus padres se dieran cuenta. Creyendo que iba en la caravana, anduvieron una jornada, al cabo de la cual se pusieron a buscarlo entre los parientes y conocidos;  al no encontrarlo, volvieron a Jerusalén en busca suya. A los tres días lo encontraron en el templo sentado en medio de los doctores, oyéndolos y preguntándoles.  Todos los que le oían estaban admirados de su inteligencia y de sus respuestas.  Al verlo, se quedaron maravillados; y su madre le dijo: "Hijo, ¿por qué has hecho esto? Tu padre y yo te hemos estado buscando muy angustiados". Les contestó: "¿Por qué me buscabais? ¿No sabíais que yo debo ocuparme en los asuntos de mi Padre?".

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